La mejor manera de conocer una nación es a través de sus cárceles. Una nación no debería de ser juzgada por cómo trata a sus mejores ciudadanos, sino por cómo trata a los peores.
- Nelson Mandela -
Si el libre albedrío no existe, ¿nadie es responsable de nada? ¿Eliminamos las leyes y cerramos las cárceles? ¿Echamos la culpa de cualquier barbaridad que ocurra a un mal funcionamiento cerebral? Intentaré responder a estas preguntas.
Aunque la responsabilidad como tal no exista (sin libertad, no hay responsabilidad), las leyes que imponen penas ante ciertos actos son necesarias por un sencillo motivo: La sociedad (como todo organismo) ha de protegerse a sí misma. Aislar a uno de sus miembros del resto puede beneficiar al conjunto, y es lógico que se creen sistemas de reglas para este fin. Además, la propia existencia de estas reglas se convierte en una información (como una instrucción más en un programa de ordenador) que modifica nuestros propósitos. Si la información que determinísticamente1 evalúan nuestros cerebros para actuar incluye una regla por la que si cometes cierto acto, puedes sufrir ciertas consecuencias negativas, nuestras conductas serán diferentes.
Sin embargo, y aquí difiero con un gran porcentaje de gente, debido a que no somos libres, las penas por incumplir estas leyes no deberían de ser un castigo. ¿Aislar a alguien de la sociedad? Por supuesto. Para protegerla y re-educar al infractor2. ¿Tratar a los infractores como ciudadanos inferiores? A poder ser, no. Por supuesto, la calidad de vida ha de ser algo inferior. Lo suficiente como para que se cumpla lo que he dicho antes: que tengamos conocimiento de que si perjudicamos a la sociedad, sufriremos cierta pérdida de derechos. Y por supuesto, penas que son un castigo obvio como la pena de muerte no caben en esta manera de pensar. Las penas no deberían de ser concebidas como castigos.
Luego está el tema de atribuir todo comportamiento perjudicial a un defecto cerebral. Existe una tendencia a catalogar gente como Ted Kaczynski (el Unabomber) y Anders Breivik como locos. Siendo estrictos, esta gente ha cometido salvajadas debido al sistema de valores que defienden3 y a la radicalización que vivieron. Están equivocados hasta un extremo criminal, pero su cerebro no funciona mal4. Ni siquiera son psicópatas5, y desde luego, sus casos no son equiparables a los ejemplos de personas con tumores cerebrales. Pero en definitiva, ya sea por haber vivido ciertas experiencias radicalizadoras, haber aprendido una serie de valores erróneos, o sufrir un trastorno mental o neurológico, ni unos ni otros son libres o responsables. Y aún así, es correcto minimizar el efecto negativo que puedan ocasionar en la sociedad.
Para el resumen y conclusiones, podeis leer el siguiente post de la serie.
Éste es el quinto post en la serie El libre albedrío. Posts anteriores:
Libertad y diccionarios circulares. El libre albedrío I
Ontología, epistemología, determinismo y otras palabras largas. El libre albedrío II
La ilusión del libre albedrío. El libre albedrío III
En defensa de la libertad. El libre albedrío IV
a.k.a. no libremente.
Y más teniendo en cuenta que EN TEORÍA, y según nuestra Constitución “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. La cárcel y otras penas NO son para castigar. Lástima que a menudo, no se gestione así.
Valores derivados de unos razonamientos sofisticados e internamente consistentes que no demuestran ningún tipo de patología. Sólo hay que leer el manifiesto del unabomber “La sociedad industrial y su futuro” o darse cuenta de que la línea de pensamiento de Breivik no es tan diferente a la de Federico Jiménez Losantos y Eduardo Inda para darse cuenta de que si esta gente está loca, estamos rodeados de locos. Y eso sería un insulto para los locos de verdad.
A menos que lleguemos al extremo de afirmar que NO mantener ciertos puntos de vista éticos o ideológicos es equivalente a un mal funcionamiento cerebral. No estamos ahí todavía. Afortunadamente.
Que se sepa. El debate sobre la salud mental de Breivik es fascinante ya que va a la raíz de la definición de “enfermedad mental”. Y hay mucha tela que cortar sobre eso.