¡Rápido, piensa un número al azar!
¡Rápido!
¿Ya lo tienes? Bien.
Es probable que hayas pensado en el 7. Aproximadamente, una de cada cuatro personas, habrá pensado ese número1. Cuando se pide decir un numero al azar, nunca se dice uno al azar. Debido a tu propia experiencia, y a que te pidan que sea AL AZAR, sueles pensar en el número más "raro" de los que hay del 1 al 102. O puede que inconscientemente, tu elección se base en tu condicionamiento cultural (7 días de la semana, por ejemplo). También es posible, que habiendo pensado todo esto, NO elijas el 73. Finalmente, puede que digas el ultimo numero que has escuchado sin ser consciente de ello. El caso es que nunca decimos un número verdaderamente al azar. Los mentalistas se saben este tipo de frecuencias y juegan con ello a menudo.
Como ya comentamos en el post anterior, todo evento macroscópico es determinista y nuestro cerebro actúa a nivel macroscópico4. Hasta donde sabemos, y a menos que incluyamos elementos sobrenaturales en la explicación5, todo lo que pasa tiene una causa física, aunque epistemológicamente no seamos capaces de computarla6.
Cada vez que decides algo, hay un motivo biológico (y en última instancia, físico) por el que has tomado esa decisión. Todo lo que haces y piensas lo haces o piensas por una razón previa. Normalmente esa causa viene de tu experiencia: en tu vida has adquirido una serie de preferencias, patrones, normas o traumas que guían tu pensamiento. Todas tus experiencias han quedado registradas de una manera u otra en tus conexiones cerebrales. La genética también tiene un papel en todo esto, influyendo en bastantes conductas7 que condicionan nuestro pensamiento y acciones. Finalmente, algunas patologías pueden condicionar nuestro pensamiento de manera bastante extrema8. Pero en definitiva, todos estos, son procesos deterministas.
Por tanto, ¿existe el libre albedrío? Si hace hace dos posts definimos el libre albedrío como la elección sin condicionantes externos, parece ser que no. Toda elección siempre tiene condicionantes externos o internos, y los que en principio parecen internos, en última instancia tienen causa externa.
Además de esto, hay una serie de experimentos que sugieren que el libre albedrío es una ilusión: En el experimento de Libet de 1983, se vio que las conductas se inician antes de que que seamos conscientes de “haber tomado la decisión” de empezarlas. En los experimentos de Freid de 1991, se observa que electro-estimular el cerebro de maneras concretas genera la “voluntad” de realizar ciertas conductas, y los participantes, producían justificaciones a posteriori de esa “voluntad” artificial. Todos estos experimentos nos dicen que lo que llamamos “decisiones” solo son procesos cerebrales deterministas que incluimos automáticamente dentro de una narrativa necesaria para la creencia en la existencia de un “yo” persistente9.
Resumiendo, desde un punto de vista científico, el funcionamiento del cerebro es determinista y el libre albedrío es la narrativa que genera nuestro encéfalo como parte de la ilusión de un "yo".
Es en este momento cuando alguien avispado puede decir: “Espera, un momento. ¡No todo es determinista! Comentaste que hay eventos subatómicos realmente aleatorios. ¿Cómo sabes que nuestro cerebro no se ve afectado por efectos cuánticos?”. Podría ser. De esto, hablaré en el siguiente post.
Éste es el tercer post en la serie El libre albedrío. Posts anteriores:
Libertad y diccionarios circulares. El libre albedrío I
Ontología, epistemología, determinismo y otras palabras largas. El libre albedrío II
Cuando se pide un número del 1 al 20, suele ser el 17. Del 1 al 100, suele ser el 37. Eso si pides que se lo tomen en serio. Si no, suelen elegir 69. Sí, los humanos somos gilipollas.
Por algún motivo, descartamos que los pares sean raros, y los números del 1 al 5 son tan frecuentes en nuestro día a día que no nos parecen tan raros.
Probablemente, de aquí en adelante, no lo harás. O sí. Por joder.
Más sobre este tema en el siguiente post.
Y en ese caso, buena suerte demostrando algo.
Los físicos objetarán a esto con la retrocausalidad, o la superposición de estados, pero ya dije que la interpretación de Copenhague parece una restricción epistemológica y no ontológica.
Hay predisposición genética a la adicción. En realidad, hay muchas conductas con cierta predisposición genética. Pero eso no implica que si tienes una combinación genética concreta estés condenado a, por ejemplo, ser adicto. El ambiente influye y normalmente, pero no siempre, influye más.
El caso clásico que se estudia en neurociencia es Phineas Gage, pero ha habido casos de gente que ha hecho cosas horribles (asesinatos en masa, pedofilia) sin una razón aparente hasta que la autopsia ha revelado un tumor cerebral.
La ventaja evolutiva de un “yo” persistente es obvia. Por eso, hay muchos animales que tienen un cierto grado de auto-conciencia.