El libre albedrío ontológico, tal y como comúnmente se define, no tiene sentido de acuerdo a la ciencia actual. Pero siendo prácticos es un concepto que tiene sentido epistemológico. Al final, nos da igual que no exista el libre albedrío. Hemos evolucionado para tener la sensación de que existe. Toda nuestra cultura legal está construida alrededor de su existencia, y aunque sea un fundamento equivocado, el sistema legal funciona y tiene una utilidad. Por tanto, tiene sentido actuar y comportarnos como si existiera.
Al final, terminamos como empezamos: el problema del libre albedrío se reduce un poco a la semántica y al nivel de explicación (ontológico o epistemológico). Luego está el tema de que mucha gente ni se plantea estas cosas. Por ejemplo, hace unas semanas cuando dije en una discusión que el libre albedrío no existe me respondieron: “Es verdad, porque la libertad siempre es relativa pues acaba donde empieza la libertad de los demás”.
Supongo que te habrás quedado tan picueto/a al leer esto como me quedé yo.
Espero no haberme hecho demasiado pesado con estos seis posts. La idea de escribirlos surgió hace unos meses al leer éste artículo de The Guardian en el que me gustó ver reflejada en prensa generalista muchas de las ideas y posiciones científicas sobre el tema, de manera rigurosa y amplia. Lo recomiendo encarecidamente. Explica todo el asunto mucho mejor de lo que lo haya podido hacer yo (aunque el artículo no se posiciona tan claramente como yo).
Éste es el sexto y ¿último? post en la serie El libre albedrío. Posts anteriores:
Libertad y diccionarios circulares. El libre albedrío I
Ontología, epistemología, determinismo y otras palabras largas. El libre albedrío II
La ilusión del libre albedrío. El libre albedrío III
En defensa de la libertad. El libre albedrío IV
¿Dónde queda la responsabilidad?. El libre albedrío V