Después de argumentar a favor de la importancia de la suerte en el éxito, continúo con la tarea de desmontar el concepto de la meritocracia.
De vez en cuando escucho a gente protestar contra las cuotas y la discriminación positiva, argumentando que van en contra de la meritocracia. El problema, por supuesto, está en que ese animal mitológico que llaman meritocracia no existe.
Nuestro sistema está montado de tal manera que es mucho más fácil escalar puestos (sociales, económicos, políticos) para quien parte de una posición de privilegio (social o biológico). Pero no sólo porque sea más fácil desarrollar unas ciertas cualidades (educación, conexiones, curriculum), sino también porque a igualdad de esas mismas cualidades, unos colectivos son evaluados sistemáticamente peor que otros.
Esto no es una mera opinión. Se ha visto y replicado en muchísimos estudios. Pasa en las universidades americanas entre hombres y mujeres1, entre blancos y minorías étnicas2, y entre heterosexuales y homosexuales3. Por supuesto, también ocurre en las empresas privadas en España4. Negar que esto ocurre es sencillamente estar desinformado.
Por tanto, a igualdad de CV, una mujer (o un miembro de una minoría) se ha enfrentado a muchas más dificultades que el estereotípico hombre blanco heterosexual para llegar al mismo sitio. Esto automáticamente significa que si evaluamos la meritocracia como un sencillo "peso del CV", o de méritos en el trabajo, caeremos en un grave error. Si Pedro ha terminado una carrera medio segundo antes que Pablo, pero Pablo corría con pesos en las piernas y con gente poniéndole la zancadilla, sería estúpido decir que Pedro es más rápido. Y Pedro sería aún más estúpido si cree que merece la medalla.
La meritocracia, tal y como se suele defender, no existe. Sólo suprimiendo todo privilegio, haciendo que todos partamos de las mismas condiciones, y eliminando todos nuestros prejuicios, podríamos hablar de una auténtica meritocracia. Pero es que además, aunque la meritocracia funcionara como creen sus defensores, seguiría siendo un sistema horrible, como mostraré en mi siguiente post.
Por mi parte, cada vez que escucho a alguien que sé que viene de un entorno privilegiado decir que nadie le ha regalado nada y que todo lo ha conseguido con su esfuerzo, pienso en esta tira "cómica".
Exactamente el mismo CV es mejor evaluado si el nombre que aparece es de hombre que si es de mujer.
Los nombres de gente blanca reciben un 50% más de solicitudes de entrevista que los nombres que suenan afro-americanos.
Los solicitantes LGBT tenían un 23% menos de probabilidad de conseguir una entrevista que un heterosexual peor cualificado.