A menudo escucho quejas contra la sanidad pública porque no se hace la prueba ultra-tecnológica que sale en la tele. O porque no se proporciona el tratamiento que cada uno ha decidido que es el apropiado. O porque "el médico ni siquiera me mira, me manda un ibuprofeno y me dice que me vaya a casa". Un clásico.
Conviene comentar unos cuantos conceptos sobre la gestión de la sanidad. Para empezar, la medicina es una técnica1 que juega con probabilidades. Acertar en el diagnóstico a través de un puñado de síntomas es un ejercicio de descarte. No todo el grupo de síntomas X se corresponde directamente con la enfermedad Y. Ni la enfermedad Y produce siempre el conjunto de síntomas X. Cuando un paciente se presenta con un conjunto de síntomas, el médico hace una evaluación. Normalmente hay muchas enfermedades que pueden coincidir con el conjunto de síntomas X, así que si el cuadro no es grave, se elige la más probable, se prescribe el tratamiento más general (y menos dañino en caso de error) para esta enfermedad, y se espera la evolución. Esto suele funcionar la mayoría de las veces porque se suele acertar al elegir la enfermedad más probable (¡CHORPRECHA! ¡Es lo que tiene la probabilidad!).
Si el problema persiste, o el cuadro es más grave, se hacen pruebas para descartar las enfermedades más probables que correspondan con el conjunto de síntomas. Hay que tener cuenta que aquí hay que jugar con los medios de los que se dispone, y no tiene mucho sentido solicitar de primeras TODAS las pruebas que se podrían realizar para diagnosticar correctamente. Los medios son limitados, y los recortes en sanidad son cada año mayores. Hay que empezar por la prueba que mejor sirva para descartar el mayor número de enfermedades probables. Esto quiere decir que quizás haya que hacerse unos rayos X en lugar de una resonancia magnética, aunque las resonancias sean más modernas, molen más y salgan en la tele. Los scanners de RM son mucho más caros y hay menos2.
En este punto, hay que decir que no siempre, pero en muchos casos hay protocolos establecidos para las pruebas diagnósticas a solicitar cuando se presentan ciertos síntomas, o para los tratamientos de muchas enfermedades. La sanidad pública tiene que atender a casi 50 millones de personas con muy pocos medios (es la más eficiente de Europa), así que crear protocolos estandarizados facilita esta gestión. También, la sanidad no siempre se encuentra en la vanguardia de la ciencia. Aunque sería deseable, una medicina más personalizada y vanguardista está fuera de nuestro alcance3.
Además, tenemos el problema de las expectativas y de internet. Ante un cuadro de síntomas, alguien muy poderoso en el arte de googlear puede concluir que su enfermedad en realidad es el Síndrome Chiripitifláutico®, del que se conocen 60 casos en todo el mundo, descritos en un paper de hace escasos 18 meses4. Los tratamientos más avanzados o la prueba más precisa tardan un tiempo en entrar en el sistema, ya que no podemos correr para incluir algo experimental en un sistema que ante todo prima la seguridad y la eficiencia (esto último, obligado por los crueles recortes). La medicina avanza, pero no tan rápidamente como sugieren internet y las series americanas5. Y sin embargo, funciona. Y funciona muy bien.
En definitiva, la sanidad pública en España es muy buena, pero por las circunstancias arriba descritas, mucha gente se siente insatisfecha con ella. El mensaje cala hondo, y hay obvios intereses en que esto pase. Pero de esto hablaré en mis próximos posts.
Éste es el segundo post en la serie En defensa de la sanidad pública. Posts anteriores:
No una ciencia. Y desde luego, NO un arte. Afortunadamente.
También puede pasar que una técnica diagnóstica que en principio sea más antigua y algo más dañina para el cuerpo, sea la más efectiva para diagnosticar la enfermedad más probable que se quiere descartar.
Al menos, mientras regularmente gobiernen partidos cuyo objetivo es desmontar lo público.
¡Felicidades! ¡Has conseguido el título de medicina de la universidad de My Tanned Balls!
Por tanto, no os autodiagnostiqueis ni automediqueis a base de google y grupos de Facebook, por favor.